En el mundo del voleibol nacional, donde la pasión y la dedicación se entrelazan, existe un dilema que merece ser abordado de frente: el papel de las mujeres en los procesos de formación frente a la llegada de "aparecidos" a la hora de la competencia.
En muchos casos, somos las mujeres, con nuestro compromiso y experiencia, quienes lideramos los procesos de formación de los equipos. Somos nosotras las que día a día trabajamos incansablemente en las canchas, moldeando talentos, inculcando valores y forjando el futuro del voleibol en nuestros respectivos conjuntos. Sin embargo, cuando llega el momento de la competencia, a menudo somos desplazadas por figuras masculinas que no han sido parte integral del proceso de formación, esto es dolorosamente cierto principalmente en Juegos Deportivos Nacionales y Primera División.
Esta realidad plantea varias preguntas incómodas: ¿Por qué se desvaloriza el trabajo de las mujeres entrenadoras? ¿Por qué se prefiere contratar personal en lugar de confiar en quienes han dedicado tiempo y esfuerzo a la formación de los equipos? Y quizás lo más importante, ¿cómo podemos cambiar esta dinámica para reconocer y valorar adecuadamente el papel de las mujeres en el voleibol nacional?
Es innegable que las mujeres hemos demostrado una capacidad excepcional para liderar y entrenar equipos de voleibol. Nuestra dedicación, conocimiento y pasión por el deporte son fundamentales para el desarrollo y el éxito de los equipos. Sin embargo, a menudo nos enfrentamos a barreras invisibles que limitan nuestro progreso y reconocimiento
Una de las razones detrás de este fenómeno puede ser la persistencia de estereotipos de género arraigados en la sociedad. A pesar de los avances en la igualdad de género, todavía existe la percepción errónea de que el liderazgo en el deporte, especialmente en la parte de dirección técnica, es principalmente un dominio masculino. Esta mentalidad obsoleta perpetúa la idea de que las mujeres no somos capaces de liderar equipos a un nivel competitivo, relegándonos a roles secundarios o de apoyo.
Otro factor importante es la falta de visibilidad y reconocimiento de las mujeres en el voleibol nacional. A menudo, las contribuciones de las entrenadoras son subestimadas o pasadas por alto, mientras que se otorga mayor atención y reconocimiento a figuras masculinas.
Aunado a esto, en muchos procesos de selecciones nacionales de voleibol, lamentablemente, las mujeres solemos ser relegadas a roles secundarios o periféricos, en lugar de ser consideradas como entrenadoras y asistentes de pleno derecho. En lugar de ser reconocidas por nuestra experiencia y habilidades técnicas, a menudo se nos asignan roles de "ayudantes" o "chaperonas", limitando así nuestra participación y contribución.
Para abordar este problema de manera efectiva, es crucial implementar medidas que promuevan la equidad de género y reconozcan el invaluable aporte de las mujeres en el voleibol nacional. Esto podría incluir políticas de inclusión que garanticen la participación equitativa de mujeres en roles de liderazgo y toma de decisiones, así como programas de capacitación y desarrollo profesional diseñados específicamente para mujeres entrenadoras, como el que actualmente realiza el Comité Olímpico Nacional.
Además, es fundamental sensibilizar a la comunidad deportiva sobre la importancia de valorar y apoyar el trabajo de las mujeres en el voleibol. Esto implica desafiar activamente los estereotipos de género y fomentar una cultura que celebre la diversidad y la igualdad de oportunidades en el deporte.
En última instancia, el voleibol nacional se beneficiará enormemente al reconocer y aprovechar el talento y la experiencia de las mujeres entrenadoras. Al brindarnos el reconocimiento y el apoyo que merecemos, no solo fortaleceremos nuestros equipos, sino que también sentaremos las bases para un futuro más inclusivo y equitativo en el mundo del deporte. Es hora de que las mujeres en el voleibol nacional dejemos de estar en las sombras y ocupemos el lugar que nos corresponde.
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